Páginas

Vistas de página en total

lunes, 16 de enero de 2012

LOS SANTOS ÁNGELES. COMPENDIO DE DEMONOLOGÍA


LOS SANTOS ÁNGELES:
Nuestros Poderosos Defensores y su tarea sublime al servicio de la Creación.
Parte IV (de Cuatro Partes)

UN COMPENDIO DE LA DEMONOLOGÍA

Según la enseñanza de San Pselio, esta doctrina es el fundamento usado en la Santa IglesiaCatólica.  San Pselio divide a los demonios en seis clases:

1.-    Los demonios de fuego
2.-    Los demonios del aire
3.-    Los demonios de la tierra
4.-    Los demonios del agua
5.-    Los demonios subterráneos
6.     Los demonios nocturnos.    

1.-  Los demonios de fuego: dominan las regiones de los planetas y de los astros y se sirven de sus rayos para causar daño a las personas.  Todas estas influencias y las siguientes las utilizan los demonios tan solo dentro de ciertos límites permitidos por Dios.  Sin embargo su medida será siempre oculta a nosotros.  Bajo la influencia de estos demonios están: la magia negra, los astrólogos, aquellos que consultan las cartas, los dictámenes de los horóscopos, los espiritistas de diversas prácticas, porque ellos excluyen la responsabilidad de la voluntad. 

Declaración de un  demonio: “Para nosotros es lo mismo que estas prácticas sean usadas para los estudios, por curiosidad o también por juego, etc. Importante es para nosotros que sean hechas con libre voluntad, de esta manera se abre para nosotros una brecha en su espíritu”.

2.-  Los demonios del aire: ellos se sirven de las fuerzas de la naturaleza, de los rayos, del granizo, del viento, de la tempestad, de los tornados, etc., para causar daño a los hombres o para matarlos. 

En la carta a los Efesios San Pablo escribe: “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del mal que están en las alturas” (Ef. 6, 12).  Por esto en caso de huracanes, tempestades, etc., se utilizaba el sonido de las campanas benditas, las bendiciones contra los temporales, el uso de las velas benditas, y sobre todo el uso del Agua bendita que se conocía ya desde el tiempo de los apóstoles y fue siempre practicada en la Iglesia Católica. 

3.-  Los demonios de la tierraellos realizan sus acciones dañinas en ciertos territorios, bosques, cuevas, ahora en el tráfico vial, para que las personas se pierdan o caigan bajo el veneno o los ataques de bestias salvajes.  

De la experiencia de un misionero en el Ecuador, donde hay muchas serpientes venenosas y animales salvajes, ninguna persona fue mordida por serpientes venenosas, siempre y cuando hubiera llevado consigo una medalla de San Benito bendecida, o mejor dicho: “Medalla de la Cruz”.  Jesús dijo a una persona escogida: “Hay de aquellos que no llevan consigo nada bendito”.  El demonio segundo en jerarquía, durante un exorcismo tuvo que decir: “Si los hombres de este tiempo invocarán más a sus ángeles custodios, que tienen también gran poder sobre nosotros, acontecerían menos desgracias pues en ellas estamos presentes”.  El uso de la medalla bendita de San Benito, o medalla de la cruz, no ha sido recomendado suficientemente, porque cuando es bendita recibe un particular exorcismo.

4.-  Los demonios del agua: arrojan a las personas en los ríos, en los lagos y en el mar en estado de embriaguez, volcando las barcas para que sean atacadas por los peces del mar, etc. En la antigua selva del Ecuador han sido vistos en los ríos perros negros y también jinetes negros.

5.-  Los demonios subterráneostientan sobre todo a los buscadores de oro, a los mineros, etc., ellos los impulsan mucho para que blasfemen. En 1937 en el territorio Ruhr aconteció una desgracia en la mina, por lo cual murieron 120 mineros, desgracia que la vidente Mamá Hibbeln había predicho.  Ella afirmó que la cosa más espantosa fue que la mayor parte de esto hombres se condenó, porque entraban blasfemando en las excavaciones, hacían su trabajo blasfemando y luego dejaban la mina también blasfemando.

6.-  Los demonios nocturnosarrastran a los hombres a cometer muchos pecados y delitos durante la noche. Como ayuda y defensa nosotros debemos sobre todo invocar y venerar al ángel Orphar de los Principados, “el ángel de la noche”.
El ritual romano contiene alrededor de 150 bendiciones y consagraciones. Por medio de todas estas bendiciones y consagraciones la Iglesia con el poder de Cristo, arrebata a los demonios y a los espíritus malignos, su fuerza y se sirve y recomienda de servirse de estos objetos benditos o consagrados para impedir daños o molestias a las personas.

De este breve compendio nosotros conocemos la importancia de la invocación y de la súplica a los santos ángeles.


I N R I  -  O R A C I Ó N

Una oración muy importante que Jesús mismo ha recomendado para este tiempo tan duro:


“Jesús de Nazaret, justísimo Rey, Rey de la justicia y de todos los justos, fuerza y poder de este título victorioso, protégenos y sálvanos de todos los enemigos visibles e invisibles y de todos los peligros.”
Amén.

El “Padre Nuestro” de Santa Matilde por las pobres almas.

El siguiente hecho que relatamos nos muestra el valor y la utilidad del “Padre Nuestro” de Santa Matilde por las pobres almas, hecho acontecido a una mujer favorecida por Dios en el día de la presentación de Jesús, el 2 de febrero de 1968. Aconteció en el lugar de las peregrinaciones de María Ensieldel (Suiza). Era pleno invierno, un día de trabajo, y la Iglesiaestaba casi vacía cuando una señora Aloisia Lech estaba rezando junto con sus parientes. Ella miró hacia el altar de las gracias y vio a una anciana religiosa vestida a la antigua moda. Ella se dirigió hacia la religiosa y ésta le entregó una papeleta. Sin pensar mucho ella se puso el papel en el bolsillo. 
Y he aquí que aconteció algo excepcional. Inesperadamente se abrió la puerta de entrada y con pasos livianos, como de espíritus, ingresó un ejército de pobres peregrinos mal vestidos y harapientos. La campesina fue muy sorprendida de como toda esa gente haya podido encontrar lugar.  Luego se fue por un instante a un lado para encender una vela. Cuando regresó, de nuevo a la Iglesia estaba como muerta. Llena de sorpresa ella preguntó a sus familiares cómo era eso y de dónde habían venido tanta cantidad de gente. Pero nadie de ellos  había visto dicha cosa y ni siquiera a la religiosa.  De ésta nadie se había dado cuenta. Incrédula ella sacó enseguida del bolsillo la papeleta u hojita.
El escrito que ella tenía en la mano la convenció que efectivamente ella no había soñado, ese escrito contenía el texto de una plegaria que una vez el Salvador enseñó a Santa Matilde durante una aparición. Era “el Padre Nuestro” de Santa Matilde para las pobres almas.  Cada vez que Santa Matilde rezaba esta oración ella veía ejércitos de jóvenes almas entrar al cielo.

Padre Nuestro que estás en los Cielos…

Yo te suplico, oh Padre Celestial, perdona a las pobres almas del purgatorio porque ellas no te han amado como su Señor y Padre que por Tu amor y generosidad habías acogido como hijas, y no Te han rendido ese amor que Te correspondía, sino que con el pecado Te han echado de su corazón, donde Tu querías habitar para siempre. En reparación de esas culpas yo te ofrezco ese amor y ese honor, que Tu Unigénito Hijo Te ha tributado durante su vida terrenal, y todas las obras y las penitencias y las reparaciones con las que Él ha lavado y expiado todas las culpas de los hombres.  Amén.

Santificado sea tu nombre…

Yo te suplico incesantemente, Clementísimo Padre, perdona a las pobres almas, porque ellas no siempre han sabido respetar y honrar Tu Santo Nombre, sino que a menudo lo han tenido irreflexiva y superficialmente en los labios y con una vida pecaminosa se han hecho indignas del nombre de cristianas. En satisfacción de estos pecados yo Te ofrezco el honor que Tu amado Hijo Te ha dado en la tierra con su Palabra y acciones y ha glorificado Tu nombre.  Amén.

Venga a tu reino…

Yo te ruego oh, Clementísimo Padre, perdona a las pobres almas porque ellas no siempre han deseado ardientemente Tu Reino, donde solo está la verdadera paz, el verdadero descanso. En reparación de la superficialidad en realizar el bien, yo Te ofrezco los santos anhelos de Tu Hijo, con los cuales El busca, desea y quiere que ellas también sean coherederas de Tu Reino.  Amén.

Hágase Tu voluntad en el Cielo como en la tierra…

Yo Te ruego, Clementísimo Padre, perdona a las pobres almas, porque ellas no han sometido su voluntad a la Tuya y no siempre han tratado de realizarla en todas las cosas, sino que a menudo han vivido según sus gustos, a su manera, han obrado y se han comportado contra tu Querer.  Por su desobediencia yo Te ofrezco una perfecta unión del corazón muy querido de Tu Hijo con tu Santísima Voluntad y su profunda sumisión, habiendo sido El obediente hasta la muerte. Amén.

Danos hoy nuestro pan de cada día…

Yo Te ruego, Padre Bueno, perdona a las pobres almas porque ellas han recibido muchas veces el Santísimo Sacramento del Altar sin un vivo deseo, sin atención, sin ardiente amor y hasta indignamente, y con gran descuido al recibirlo. Por todos estos pecados suyos yo Te ofrezco la gran Santidad y Devoción de Jesucristo, Hijo Tuyo, como también su ardiente Amor, con el cual nos ha entregado este bien tan adorable.  Amén.

Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores…

Yo Te ruego, amadísimo Padre, perdona a las pobres almas del Purgatorio todos los pecados de los cuales están cargadas, de los siete pecados capitales, y sobre todo, porque ellas no han amado a sus enemigos y no los han querido perdonar. Por estos pecados yo Te ofrezco, la amorosa plegaria, que Tu Hijo Te ha dirigido desde la Santa Cruz por todos sus enemigos.  Amén.

Y no nos dejes caer en la tentación…

Yo Te ruego, clementísimo Padre, perdona a las pobres almas porque ellas muchas veces no han opuesto ninguna resistencia a las tentaciones y a sus pasiones sino que han seguido al enemigo maligno y han satisfecho los deseos de la carne.  Por toda esta variedad de faltas y pecados yo Te ofrezco su Santísima Vida, sus fatigas, su trabajo y su amarguísima Pasión y Muerte. Amén.


Fuente: “Santos Ángeles, nuestros Poderosos Defensores y su tarea sublime al servicio de la Creación”, Heinrich Kreuzer, Librería Espiritual, Quito, Ecuador.